martes, 7 de diciembre de 2010

La Fábula de los Tres Hermanos

Había una vez, tres hermanos que viajaban a la hora del crepúsculo por una solitaria y sinuosa carretera. Los hermanos llegaron a un río demasiado peligroso para cruzarlo a nado, pero gracias a su destreza en las artes mágicas, agitaron sus varitas e hicieron aparecer un puente. Antes de poder cruzar, una figura encapuchada les cerró el paso, era la Muerte, y se sentía contrariada porque normalmente los viajeros se ahogaban en el río, pero era muy astuta y, fingiendo felicitar a los tres hermanos por sus poderes mágicos, les dijo que cada uno tenía opción a un premio por haberla eludido. El mayor, que era muy combativo, pidió la varita mágica más poderosa que existiera, la Muerte le regalo una proveniente de un sauco cercano. El hermano mediano, que era muy arrogante, quiso humillar aún más a la muerte y pidió el poder de devolver la vida a los muertos, la Muerte cogió una piedra de la orilla del río y se la entregó. Por último, la Muerte le preguntó al menor qué deseaba. Éste, humilde y el más sensato de los tres, pues no se fiaba de la Muerte, le pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que la Muerte pudiera seguirlo, y la Muerte, de mala gana, le entregó su propia capa invisible. Entonces la Muerte se apartó y dejó que los tres hermanos siguieran su camino.
El hermano mayor, viajo hasta una lejana aldea donde, varita de sauco en mano, mató a un mago con quien antaño mantuvo una disputa. Borracho por el poder que esa varita le había concedido, llegó a una posada donde se jactó de ser invencible, pero, esa noche mientras dormía, otro mago le robó la varita y, por si acaso, le cortó el cuello. Y así fue como la Muerte, se lo llevó. Entretanto, el mediano viajó hasta su hogar, donde cogió la piedra y la hizo girar tres veces en su mano. Para su gozo, la muchacha con la que se habría casado de no ser por su prematura muerte, apareció ante él, pero, pronto se volvió triste y fría, pues no pertenecía al mundo de los mortales. Enloquecido por su nostalgia, el hermano mediano se suicidó para reunirse con ella. Y así la Muerte, se lo llevó. En cuanto al menor, la Muerte lo buscó por muchos años pero nunca logró encontrarlo, sólo cuando éste alcanzó una edad muy avanzada, se quitó por fin la capa de invisibilidad y se la regaló a su hijo. Recibió a la muerte como una vieja amiga y, como iguales, ambos se alejaron de la vida.

2 comentarios:

  1. mmm...fábulas de toda la vida que siempre te hacen reflexionar...
    me gustan las moralejas de estos textos!:)
    muah

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