lunes, 21 de diciembre de 2009
De hostias está llena la vida
Recuerdos. Esos que nos hacen llorar, esos que nos hacen sonreír, esos que hacen que veamos las cosas de otro modo, esos que nos recuerdan momentos que creíamos olvidados, esos que hacen que nos partamos de la risa, recuerdos que nos reviven tantos momentos...
Cada uno único, distinto, cada uno tiene esa sustancia que lo hace especial, por muy mínima que sea, aunque parezca inexistente. Aunque no sea un buen recuerdo, aunque no fue un momento especialmente bonito, no por ello hay que despreciarlo, al contrario, opino que de esos momentos es de los que se aprende, porque sino, ¿Por qué tendemos a acordarnos más de los malos momentos que de los buenos? ¿Por qué olvidamos tantos momentos en los que fuimos felices y sin embargo no olvidamos esos en los que sufrimos?
Porque esos son los que nos enseñan, nos enseñan a ser fuertes, nos enseñan a madurar, nos enseñan que la vida no esta llena de rosas, sino de hostias que nos da la vida.
Y no debemos bajar la cabeza tras cada tortazo, sino, levantar la cabeza, y demostrar que todo se puede afrontar.
Todo, excepto la muerte...
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